Atrás han quedado algunos matorrales y arbustos salvajes recortados por la hoz y aplastados por mis pies. Y ahora se abre un poco el camino. Apenas algunos abrojos, matas de plantas olorosas, algunas piedras casi pulidas por el paso de otros caminantes.
El camino se despeja aparentemente pero no veo el final. Hay curvas, cambios de rasante... el horizonte deja ver un final incierto y espero que no haya caminos cortados ni señales de prohibido el paso.