Cada bestia ruge de una manera distinta y algunas maullan simplemente, ronronean acaso. El comportamiento de cada una es diferente en ocasiones similares, sin que estas lleguen a ser iguales, es imposible que lo sean.
Recorrer dos mil kilómetros en busca de no se sabe muy bien qué, aunque lo que no se sabe realmete es lo que se va a encontrar y se tiene muy claro lo que se busca, es una opción que tiene cualquier bestia pero que no entra en los planes de todas ellas. Algunas ni se imaginan en este momento que eso se pueda plantear porque esperan impacientes, solitarios, un informe que les devuelva a la vida o que les retire para siempre de ella -retirarse o no será cuestión de fuerza-. Otras bestias se distraen en noches de sexo intenso con la misma bestia con quien ha sido engañada y descubren placeres intensos, inmensos, diversos que la agotan. Otros se debaten en su propio destino laboral y otros buscan el sentimental...
Y cada uno de ellos es un camino de dos mil kilómetros, o de tres mil...; o puede ser de seis días, de seis años...; puede tener una única compañía, o muchas, o ser un camino en solitario; podría contarse en cuatro capítulos o en trece, o hacerlo en secuencias... cada bestia puede escribir una novela bizantina.
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