Se recomienda en tiempo de cambios no hacer mudanza, pero lo difícil es reconocer cuando las cosas están cambiando. Si cambian para bien no suele uno buscar mudanza y la alegría por el éxito no deja paso a necesidades de otra calaña. Si cambian para mal las desgracias no vienen solas y suelen dar poca tregua para reflexiones.
Resulta complicado saber cuándo uno necesita un cambio en su vida y cuándo no conviene hacerlo ni por asomo, y quizás de ahí el miedo a los cambios que tienen muchos pues no se sabe nunca si será para bien o para mal. Casi nunca, entonces, suele venir bien tomar decisiones, pero siempre llega el momento de tomarlas, y casi nunca se está preparado para tomar la más acertada. Cada decisión que se toma es la última que quisieras tomar pero llega la exigencia de una detrás de la otra. Todas debieran ser un aprendizaje y cada vez que decides tienes la sensación de no saber hacerlo.
Finalmente, llega el momento de tomarlas y te decides por el camino que en ese momento más atractivo te resulta, pero nunca por el mejor, ni por el más meditado... no sabes casi nunca si es el más conveniente. Y todo esto se aprende solo -me parece- pues no conozco cómo deciden los demás su vida ni, por lo tanto, me sirven de ejemplo y aprendizaje las decisiones de los demás.
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