Quizás no se sepa muy bien qué buscar, pero es seguro que se sabe lo que no se busca. Quizás no sea esa la formulación del asunto, quizás porque no se sabe formular.
Probemos a decir que quizás no importe escuchar algo intrascendente (intrascendente para quien escucha) porque la misma intrascendencia lo hace efímero, perecedero. Pero lo que es intrascendente para quien escucha, es trascendente para quien pronuncia, y este puede pretender que sea trascendente para todos (incluido quien escucha por poco trascendente que le parezca). Lo efímero entonces no lo será tanto, y se hará resistente al paso del tiempo, se irá forjando en parte de la esencia del oyente sin quererlo.
Así ocurrió entre Quijote y Sancho en su caminar por tierras de la Mancha.
Hamlet, por contra, se libró de estas pesquisas, pues bastante tenía con las suyas y como suyas las expresó, aunque nos hizo partícipes a todos de ellas.
1 comentario:
no entiendo bien la razón de la sinrazón que a mi razón sin razón se hace, diria el fidalgo manchego, pero el enigma continúa.
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