Que sí, que puede ocurrir, que puedes morir en tu casa, tranquilamente dormido en tu sofá, o en tu cama o quitarte la vida si así lo deseas, y que nadie se entere durante mucho tiempo.
Y además, puede ocurrir que las bestias que podrían llamar a tu puerta estén esperando a que tú lo hagas, pueden esperar y esperar a que les llames durante días, semanas, meses, años... y no cansarse de esperar a que les llames. Y tú muertecito o muertecita tranquilamente en tu sofá o en tu camita, o escornao en la ducha, coño!
Llama ya, hoy mismo, da muestras de interés y no lo escondas. O llama sin interés ninguno: sólo por saber si contesta o yace en su sofá. Deja de pensar que es él o ella quien tiene que llamarte. Lo estás deseando, estás deseando saber si se pudre de soledad en su casa, estás deseando encontrar alguna pista que te permita pensar que te echa de menos aunque sabes que no te lo reconocerá. Deja de pensar que no te toca a ti dar el primer paso, porque ya no es el primero, ¿Dónde quedará aquel priomer paso? ¿quién lo daría? ¿y, cuándo? Sólo será un paso más y poco tiempo después ya no recordaréis ninguno de los dos quien lo hizo, quién dio el primer paso.
Anda, no vaya a estar muertecita en su sofá.
3 comentarios:
Eso es el síndrome de Candice Bergen, que en "Sobreviviré" lo explicaban muy bien.
tengo un síndrome entonces, skyzos?
Todo depende de lo orgullosas que sean las partes... Y cabezonas. Porque a veces la cabezonería de llevar la razón, se lleva a la razón y al amor por delante, y hasta que no te golpeas con la pared de la soledad, no reaccionas. Suerte y un saludo.
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