La fiesta del orgullo son dos grandes bestiarios en los que deambulan como pueden múltiples y diversas bestias: en el desfile, bestias hormonadas de torso desnudo, otras emplumadas, muchas en bermuda y camiseta, bestias peludas, las de peluca en el trono, las hijas de otras bestias, abelitas curiosas, modernos papás con niño al hombro, progresistas ubicuos, conservadores ausentes -porque la ausencia es na presencia destacable- y gays, lesbianas, transexuales, bisexuales...; en la fiesta por la noche, meones callejeros, niñatos botelloneros, heteros hormonados dejándose ver, miles de "mariliendres", vecinas desbocadas, maricones machotes, femeninos, machos con lencería, abuelas en el balcón, artistas varias camufladas, vecinos molestos, turistas, extranjeros, provincianos, mirones, sobones, bestias ansiosas de líbidos ardientes...
Para tanta bestia hizo falta más inversión, más espacio y más organización.
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