Nos gusta burlarnos de las circunstancias ajenas. Igualmente lo hacemos aunque conozcamos bien esas circunstancias. Y lo hacemos independientemente de si conocemos bien o no a quien se encuentra en ellas. Tomamos distancia de esas circunstancias en cuanto las salvamos y supongo que la distancia la hacemos mayor si son ingratas de revivir personalmente, pero no tenemos reparo en hacerselas revivir al otro -al fin y al cabo no las revive, las vive, está sumido en ellas-.
Tenemos bastante facilidad para distanciarnos de lo que no nos gusta, olvidarnos de lo que nos retrae, o de lo que nos tensa.
¿Qué beneficio obtiene la bestia emparejada recordándole su situación a otra que no lo está ? ¿Qué placer se extrae del regodeo en la desgracia ajena? ¿Hay alguna bestia capaz de aceptar todas las burlas de las demás bestias? ¿Es divertido hacer gracietas con la situación laboral de alguna bestia parada o explotada?... Hay muchos chistes a estos respectos y otros más.
A veces resulta gracioso, cuando es uno mismo quien se rie de ello.
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