¿Quién no se ha sorprendido más de una vez con aquellos que más cerca tiene? A veces no conozco a los que me rodean, no entiendo cómo actúan y no sé a qué responden sus actuaciones. Me encuentro con bestias desconocidas en mi propia casa.
Las actuaciones, los gestos, los sentimientos no son recíprocos y por esa razón los míos -actuaciones, gestos, sentimientos- varían seguramente y no soy visto por los demás como están acostumbrados. Quizás esas bestias desconocidas estén sólo sorprendidas de encontrarme así.
Nos encontramos todos entonces formando parte del esqueleto de una pescadilla que se muerde la cola, de un círculo vicioso en espiral interminable interminable, y dentro de un laberinto sin salida.
Pero encuentro demasiadas bestias desconocidas.
1 comentario:
Querido compañero, a veces esas bestias extrañas son sólo las bestias de siempre pero fuera de su hábitat normal... por mucho que conozcas a alguien nunca sabrás cómo puede reaccionar cuando se encuentra al límite.
Otras veces, sin embargo, cuando no conocemos a los demás el problema radica en nosotros mismos. Cuanto más extraños me resultan los que me rodean, me doy cuenta de que, poco a poco, en algún punto, me perdí y dejé de conocerme íntimamente.
De vez en cuando conviene sentarse a solas y hacer las paces con uno mismo...
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