Leo en una bitácora que sus autores llaman chotos a los mozos que les gustan; con las mismas voy a contárselo a Él y comentamos lo acertado del término o no, pero el problema es que para Él un choto o chota es una cabra -y lo aclara un poco más acudiendo a la expresión estar como una chota, sinónima de estar como una cabra- mientras que yo estoy acostumbrado a utilizarla para denominar al ternero o ternera; pronto lo busco en el diccionario para saber qué dice al respecto y encuentro que recoge las dos acepciones -primero la de la cabra, que a Él le gustará saberlo- y después la del ternero- como sospechaba.
Leo en la bitácora de RAIKO unas piezas de teatro en las que los protagonistas casi llegan a ser los sms que se envían los personajes y las conversaciones de messenger entre ellos... Lógicamente a raiko le interesaba que sus personajes se entendieran a través de estos medios, pero ya he contado alguna vez los problemas que generan, y seguro que muchos lo hemos comprobado.
A través de la bitácora de Tom llegan lectores a la mía que se comunican conmigo a través de los comentarios a los que rara vez contesto para evitar problemas de interpretación como los que estoy relatando o similares...
Y todo porque nuestra lengua y, seguramente, otras ofrecen múltiples posibilidades de comunicación y a la vez de interpretación que pueden hacer que aquella falle por un fallo de esta. Así, la última entrada de esta bitácora -como otras anteriores- no ha sido muy bien entendida. Quizás por que cada uno tenemos nuestros propios símbolos y señales visuales particulares para hacernos entender, o mejor para comunicarnos -porque es evidente que no me hago entender-y no sabemos si el choto es un ternero o una cabra, ni sabemos si los demás se comunican en rosa o en blanco.
1 comentario:
El problema es que se trata de palabras escritas.
Con la comunicación verbal no ocurre lo mismo. Nos apoyamos en el tono de voz, en la mirada, en la sonrisa, en los gestos de las manos.
Lo que cuentas me ha pasado más de una vez.
Un saludo
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