Casi está terminando el verano y sólo he empezado a hacer propósito de enmienda. Poco más se puede hacer cuando hay que esperar a que comience el curso -tendríamos que recuperar el calendario republicano- para comprobar si el propósito es firme y se concreta.
Si el año pasado hablaba de miedos, este año van acompañados de planes que me ponen todavía más los pelos de punta. Los mismos miedos del año pasado por estas fechas, las mismas dudas, la misma incertidumbre... acompañados esta vez por planes de futuro que a cualquiera le vuelven el estómago del revés pero que, esta vez, como son míos, me producen todo tipo de sensaciones propias de síndromes extraños jamás estudiados por la medicina de ninguna época. Ni que decir tiene que tampoco me los arreglará la farmacia de guardia aunque...
Queda aún el último repaso para la evaluación de septiembre y compruebo que tendré que darle uno bueno porque la de julio está poco fresca. Pero siempre confío en salvarla, aunque sea por los pelos. Mi padre decía: Dios aprieta pero no ahoga -nadie se cree que sea suya, ¿verdad? pero la decía-. Creo que a él le respetó hasta que se lo llevó pero a mi...
1 comentario:
Yo ya llevo unos días que no duermo más de cinco-seis horas por culpa de los nervios...
Publicar un comentario