El neoleón es una bestia solitaria. Se trata del rey de una selva, quizás del rey del neobestiario, pero su poder le puede volver solitario.
El rey del neobestiario ha impuesto su ley a las bestias tan variopintas que lo habitan, pero estas no son bestias tan sumisas como el neoleón quisiera o requiriera para su ejercer su poder. El neoleón no pretende imponer su ley a las bestias, pero le parece que su criterio es válido para todas y aceptable y asumible por todas ellas. Lo que el neoleón no hace es someter a debate su ley y a veces se encuentra con bestias más críticas que no están por la labor de asumir semejante código. En definitiva, sólo trata de hacer valer su ley sin imponerla del todo pero mostrando su hostilidad hacia aquel que no la acepta.
Sin quererlo, el neoleón va creando su habitat de soledad. Es fácil que no pase mucho tiempo solo pero es fácil también que la compañía vaya cambiando de rostro cada poco tiempo. Es soportable en la medida justa y cuando se sobrepasa esa medida las bestias buscan una excusa para salir del radio de acción del nuevo rey del bestiario.
El neoleón es abierto, comprensivo con aquellos hábitos poco frecuentes en las bestias siempre que él encuentre en su modo de actuar algún hábito similar. Si alguna bestia fuera cuestionada por las demás, el neoleón podría llegar a ser comprensivo con ella si lo que se le cuestiona está dentro de su régimen habitual.
Pero si es el propio neoleón quien cuestiona, agarrénse los machos porque hay algo inaceptable para él y no va a dar su brazo a torcer. Se mostrará intolerante hacia hábitos que no comparta y mostrará su opción como la única válida en ese ámbito concreto. Argumentará largamente, hasta la saciedad y el aburrimiento sin dejar que otros argumenten en contra. Según el neoleón, en su reino está permitida la contraargumentación, pero él no la escucha, él la solapa incluso, la tapa, la esconde, intenta nublarla. Convertirá su hábito en norma.
En ese momento es cuando sale de sus entrañas su carácter dominantemente autoritario, pero sutilmente maquillado, discretamente disimulado hasta que alguna bestia se rebela y le argumenta en contra para intentar que vea que no hay una única opción de vida, que la suya no es la única opción valida para actuar, que su hábito puede convertirlo en norma en su casa, pero que no se ha de aceptar su norma como ley del neobestiario.
El neoleón protege a sus bestias más cercanas y por eso no siente la soledad, pero está solo. Quizás la causa de su soledad está en no saber ver su carácter dominate y autoritario, en no saber dominarlo. Le gusta actuar protegiendo a los suyos, le gusta epatar para intentar ser admirado, le gusta deslumbrar a los que le rodean para mostrar su poderío. Se siente bien mientras lo consigue, y lo consigue muchas veces durante bastante tiempo, pero siempre surge algo que le saca de sus casillas y le hace sacar las características que venimos aclarando.
Muchas veces ese carácter suyo sale por no poder mantener una actitud mesurada y tranquila tanto tiempo como él quisiera. Porque la cara del neoleón es tranquila, taimada, serena... pero parece ser sólo fachada, una cáscara de huevo frágil que se quiebra con nada y deja ver tras el maquillaje el rostro duro de la fiera. Alguna vez el cascarón ha aguantado lo suficiente para que las bestias se hayan retirado, con lo cual el neoleón ha podido disimular. Pero alguna vez también las bestias han aguantado lo suficiente para que al neoleón se le retire la pátina tranquila y relajada que muestra al bestiario.
Al final, de todas formas, el neoleón se queda solo en su guarida. El neoleón solo en su guarida está tranquilo, pero pronto siente que la soledad le abruma y pide compañía, al menos durante el tiempo que es capaz de aguantar el maquillaje.
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