28 febrero 2007

bestias, caminos, espacios... en la red

Estos días de cuaresma obligada podré hacer, entre otras cosas, repaso a mi entorno, repaso de la bitácora, de las bestias... y podré encontrarme conmigo y con lo mío sin sobresaltos ni estorbos ni molestias. Sin Él también, pero esto me pesa.
En esos repasos suelen salir siempre las bestias, porque no son sólo habitantes del neobestiario sino que son seres reales con los que convivo y comparto experiencias de distinta índole. Entre esas experiencias está la de la vida en la red. Las bestias chateras han sido y son bestias importantes pues aquí he creado un mundo paralelo al que vivo sobre el asfalto y las tarimas.
Es este mundo de la red un mundo que circula por caminos no visibles, hipotéticos, no reales para muchos, increíbles, por caminos que no están hechos de asfalto, ni mármol, ni tarima, ni parqué, ni nada que se le parezca. Son caminos en la red en los que he ido buscando eso que siempre he pensado que me faltaba.
Eso que me faltaba es algo que nunca eché de menos hasta hace muy poco tiempo. Aunque pude haberlo tenido -y lo pensé en ese momento- cuando vino la Catalin. Pero no. Llegó ella a llenarme otro hueco y no pensé más en otro vacío. Sólo comencé a pensarlo hace muy poco tiempo, cuando empecé a buscar en el chat algo que creí que me faltaba.
Y durante ese tiempo he ido encontrando bestias que iban llenando un espacio que quería llenar, bestias que otros llaman hermanos, amigos... Pero tampoco terminaban de llenarlo del todo aunque yo pensaba que sí. Poco a poco van pasando cosas y va pasando el tiempo, se va andando el camino de la red y los huecos se mueven rapidamente, a la misma velocidad a la que aparecen y desaparecen bitácoras, páginas web, y cualquier otra nueva terminología que nos invade.
Es posible que la vida vaya tan deprisa que los espacios se llenen y se vacíen muy rápidamente y no nos demos cuenta en el momento en que eso se produce sino mucho después. De repente un día observas algo que ha ocurrido hace tiempo: como el final de una estrella, como cuando la Catalin descubrió que Manolo ya no estaba...

27 febrero 2007

feliz día

Dice que su tarima está cada vez más limpia, que su gotelé reluce a la luz de los ventanales y que, aunque falte quien eche fuera malos humos, ya se puede calentar un tupper para cenar. Dice también que el gotelé reluce porque no lo ha quitado, que los techos y los cristales están limpios y que, aunque no son cómodas, ya nos podemos sentar a cenar en un par de sillas. Dice que duerme bien en la tarima, que no pasa frío y, aunque aun yo no haya probado y pase días sin probar, espero estar cómodo allí.
De momento, hoy no puedo estar con Él por culpa del frío suelo que piso con un pijama que no me gusta y sin zapatillas -porque las olvidé-. Afortunadamente dejaré de pisarlo pronto para irme a casa, aunque no a la suya. Pero cuando me quite este pijama y me calce, iré a comprarme uno nuevo y zapatillas para pisar la tarima.
Aunque no puedo estar con Él le deseo un día muy feliz.

20 febrero 2007

sobre asfalto y mármol hacia la tarima

Él comienza un camino sin asfalto, un camino de tarima flotante, luminoso..., un camino que se puede recorrer con zapatillas y ropa cómoda. Y está contento, muy contento después de sufrir mucha tensión, después de recorrer asfaltos y mármoles. Ahora la tensión será la misma durante muchos años, aunque dicen los que entienden de esto que al cabo de un par de años ya no es la misma.
Los mármoles y los asfaltos también los conozco yo, pero ahora me apartaré de esos senderos por unas semanas. Las tarimas y parqués están por llegar aún.
Me pondré zapatillas, un pijama y pisaré su tarima.

10 febrero 2007

esta ausencia

Hace tantos días que no escribo en mi bitácora que se me acumula el trabajo y no sé por donde empezar, por lo que me temo que no escribiré todo aquello que hubiera escrito si no hubiera sido tan vago para actualizar.
En estos días han pasado muchas bestias por mi cabeza pero no me ha dado por hablar de ellas: sobre todo de una que me dio la vida, que no cumplió años hace días y que se fue hace años, pero seguirá siendo el mismo mañana y podré dedicarle una entrada cualquier día, porque sigo echándole de menos.
Las demás son en su mayoría bestias maestras, que me aburren soberanamente porque -hay que reconocerlo- somos aburridas hasta la saciedad. Y las que me rodean lo son aún más salvo contadas excepciones. Lo dicho, tampoco quiero aburrir.
Las bestias blogueras también empezais a ser un pelín aburridas: por un lado las que no actualizan -como yo-, por otro las que dedican su blog a conmemorar los días internacionales de o a repetir las noticias de la tele o la prensa y por otro las incomprensibles -como la mía, quizás, que he podido dar a entender que Él se ha ido cuando me lo estaba pasando de miedo-, pero estas últimas las aceptamos como animal de compañía. En fin, que no se ofenda nadie, que hay de todo y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Las bestias cotidianas han dejado, por ejemplo, la última entrada: la ruptura fue con una de ellas con la que he compartido muchos años, muchísimos -ya quisiera yo compartir tantos con Él, y el doble-, y dejarán alguna entrada más, espero que distinta a la última. Ya sabéis lo que ocurre con lo cotidiano: también aburre en ocasiones, aunque suele dar alguna satisfacción muy grata.
Y en esta compañía va pasando el tiempo, que también ha sido protagonista por una anécdota en la que desapareció y dio miedo. Esta quizás la recupere algún día, pero mejor otro.
Hasta que recupere las ganas de escribir un poco más y mejor.

02 febrero 2007

tempus fugit

Lo dice el tópico y aunque lo sea es cierto: el tiempo pasa inexorable y no permite volver atrás para recuperar el tiempo perdido.
Los dos lo sabemos, creo que también sabemos que ya nunca volverá a ser igual, que hemos perdido la magia de aquellos años -ya son muchos- y que sólo podemos dejar pasar y seguir caminos -cada uno el suyo-.
Yo le deseo lo mejor y también me lo desea a mi, pero discretamente.
Ha pasado el tiempo, lo hemos dejado pasar.