31 enero 2011

neoraros

"Cuánta más gente conozco, más cuenta me doy de lo normal que soy", decía el otro día una conocida aludiendo a la cantidad de gente que pasa por delante de ella en el trabajo habitualmente. Si amplías el ángulo a la gente que te pasa por delante en cualquier otro ámbito de la vida, ya sí que no puedo abarcarlo todo: señoras que ven a tu alrededor a tus muertos y son capaces de hablar con ellos, aficionadas al BDSM e investigadoras del fenómeno en internet, pseudo-psicólogos que curan la homosexualidad y homosexuales que creen que se cura casándose, maestros que aseguran no haber tenido faltas de ortografía en su etapa escolar, papás que buscan pañales en la farmacia de guardia a las dos de la madrugada, mamás que piden su crema hidratante después de que el papá haya dejado los pañales en la farmacia por el precio que tienen...
En cualquier caso, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra: debe de ser uno raro de cojones, con perdón.

18 enero 2011

otro año más

La primera entrada del año, la que hace el número 299, la que llega veinte días después de la última y no sabe cuando va a dar paso a la siguiente, la que comienza hablando de ella misma porque este neobestiario ha dejado poco espacio a las neobestias, la que comienza hablando de si misma sin saber como terminar.
La bitácora dormita, descansa, reposa las letras con calma en el tiempo que deja pasar mientras aumenta el número de entradas lentamente, mientras otras bitácoras cierran sus puertas por distintos motivos: agotamiento, presión de las redes sociales o lo que sea... La bitácora espera el momento, su momento; cada día espera que su mentor pulse la clave y escriba su reflexión: su mentor no se agota, ni deja agotar los recursos de la bitácora, ni dispone de red social alguna que le robe su tiempo a la bitácora.
La bitácora busca las trescientas.