16 octubre 2007

bestias que perdí (III)

Fue de las primeras bestias que perdí y también la fui perdiendo poco a poco, como todas, aunque parezca que se marchan de repente. Era quien podría haberse convertido en ese amigo de la infancia que he empezado a echar de menos en esta madurez, y que quizás me merzca no tener por no haberlo querido tener en su momento.
Yo lo perdí porque ya no lo tengo, pero también él me perdió a mi porque quiso dar el salto a otros caminos, quiso buscar otras bestias, y me fue apartando así de su lado al mismo tiempo que yo también fui buscando otras rutas y otros compañeros de viaje para suplir probablemente su ausencia.
Hoy no lo echaré de menos a él pero estoy seguro que echo de menos lo que representaba o lo que podría haber representado porque, pase lo que pase, será quien más se ha acercado a la idea de lo que hoy busco.
Hoy sospecho que ha debido de pasarle algo por el aspecto con el que lo encontré la última vez, haciendo marcha como si no pudiera correr y con un aspècto bastante avejentado para tener la misma edad que yo. Pero no sé nada de él hoy, ni sé si algún día sabré algo. Sólo sé que lo perdí como ha perdido a muchas otras.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Eres un bestia! ;-))
¡¡Joder, qué bien escribes!!
Me gusta...

Anónimo dijo...

ànimo!

Anónimo dijo...

La vida está llena de idas y venidas. Las idas son las más dolorosas y más cuando hemos puesto todo nuestro cariño en juego. Yo también miro atrás cuando veo a quienes perdí y les encuentro tan desmejorados. Peor en fin, la vida continúa.

Un besazo indomable