09 julio 2006

bestias solas

Este aburrimiento que me embarga estos días me obliga a pensar incluso en él -el propio aburrimiento- de tanto tiempo como tengo para pensar.
Me acuerdo de aquellos veranos en que todo el mundo tenía vacaciones y de una manera o de otra siempre había con quien compartir algo. Ya en aquella época me percataba de lo diferentes que somos para esto de compartir, y pensaba quizás en las causas de que algunas bestias fueran capaces de compartir más que otras. Quizás la costumbre de hacerlo. Quizás la costumbre era consecuencia de la necesidad.
El caso es que siempre localizaba parejas de bestias, cómplices entre ellas; a veces tríos; nunca grupos muy numerosos. Recuerdo aquellos veranos de bestias amigas. Complicidades que han desaparecido hoy en la mayoría de los casos, pero que en algunos se conservan. Algunas veces esos pares de bestías cómplices iban cambiando por temporadas, se alternaban, no sé muy bien por qué motivos. Algunos veranos me sorprendía viendo juntas a dos bestias que el año anterior no hubiéramos imaginado. Otros siempre han compartido confidencias desde aquellos veranos. Se mantienen fieles a esa complicidad. Luego esa complicidad se ha convertido en amistad, en compañerismo, en un cariño que pervive y sobrevive a matrimonios, hijos,...
Aquellos veranos yo los compartía con mi hermana.
Muchas bestias comparten con los hermanos aquellas cosas que les interesan, lo que les preocupa. Es verdad que es más fácil compartir esas cosas con hermanos de edad parecida y del mismo sexo. Pero esto no es una cuestión de elección. Esto viene por defecto. Hay hermanos a la gresca constantemente, otros que mantienen el vínculo por naturaleza y otros que lo alimentan con esfuerzo, tesón y cariño.
Había quien no tenía hermanos ni amigos. Algún verano tenía la suerte de encontrar mejor oferta. Pero muchos de esos veranos los pasaba en soledad. Aunque la pandilla fuera un refugio, el refugio se desmoronaba por las complicidades que la pandilla creara ese verano. El refugio de la pandilla era momentáneo, y poco fiable para acudir a él con cosas serias. Se recurría a la soledad entonces. Una soledad impuesta por la falta de hermanos, fomentada por la pandilla en muchos casos. Pero que en algún caso era elegida.
Elegir la soledad era una opción. Es una opción aún. Quizás con el tiempo se haya convertido en costumbre, y la compañía o la complicidad haya dejado de ser una necesidad. Quizás se haya convertido en un rasgo bestial. En cualquier caso a veces es muy aburrida.

1 comentario:

fisiologus dijo...

gracias, enlaza si quieres. y escribe alguna vez.